La vibración de una música que no escuchan recorre los cuerpos de los 21 jóvenes chinos que interpretan la danza dedicada a Kuan Yin, conocida también como la que oye el llanto del mundo. La bailarina principal, quien también es sorda, mira de reojo las indicaciones de la coreógrafa que, en lenguaje de señas, indica los ritmos, los tiempos, el momento para que eleven los brazos y así representar las mil manos de la bodhisattva de la compasión.
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