Entrevista. La escritora presenta su Y por mirarlo todo, nada veía, un análisis de cómo el Facebook o Twitter han intensificado la incapacidad de las personas para jerarquizar las noticias. “Nos imponen formas de pensamiento y de enfrentar la realidad”
Las redes sociales intensifican la incapacidad de jerarquizar noticias, de enfrentar la realidad llena de pequeños holocaustos y de atreverse a pensar diferente, señala en entrevista Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) a propósito de su libro Y por mirarlo todo, nada veía, que se presentará este miércoles en El Traspatio.
En la publicación editada por Sexto Piso, la escritora recopiló noticias que fueron simplificadas a enunciados en Twitter y Facebook, las organizó y les dio una lectura crítica. Por ejemplo, aparecen noticias como: Corea del Sur y Japón alcanzaron histórico acuerdo sobre las mujeres explotadas sexualmente en la Segunda Guerra Mundial, Putin es el hombre más poderoso del mundo o la venta de muñecas mazahuas hechas en China.
“Están las noticias tal cual aparecieron en Twitter o Facebook. Son noticias que fui coleccionando e hice un montaje. Al hacer la acumulación, organizarlas y hacerlas coherentes, hay más capacidad de enfrentamiento a una realidad que se nos escapa por lo evanescente, fugitivas e instantáneas que pueden ser las redes sociales”, señala Glantz.
—¿Las redes sociales son el Big Brother que describió George Orwell?
—Sí. El Big Brother tiene un sentido autoritario. Las redes se convierten de manera tenue y disimulada en algo dictatorial porque nos imponen formas de pensamiento y de enfrentar la realidad. Sólo hay que ver el Facebook que nos impone una serie de preguntas: ¿qué estas pensando? o ¿qué recordaste hoy?
Margo Glantz asegura que al leer de corrido las noticias, se percató de que todas tenían la misma importancia, aunque no fuera así. “Eso fue una de las cosas que más me importaban para hacer el libro, el darme cuenta de la falta de jerarquización del mundo contemporáneo, de la incapacidad absoluta que la gente tiene ahora de jerarquizar porque las noticias se presentan idénticas entre sí. Es difícil darse cuenta cuáles son más importantes y cuáles tienen un sentido fundamental para la vida humana y social”.
Para la ganadora del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2010, el neoliberalismo trabajó para uniformar la mente, el consumo y la estética. “Ha sido un gran fenómeno de perder identificación y personalidad. Las redes sociales han intensificado ese aspecto. Me da la impresión que el neoliberalismo propició la aparición de este tipo de medios”.
—Cita a Walter Benjamin: siempre es posible lo peor…
—A Benjamín le tocó el nazismo y parecería que no puede haber algo peor que el Holocausto, pero hay holocaustos pequeños en todo el mundo y muy intensos: Siria, África, Gaza, México, Estados Unidos y Trump, los problemas del populismo con Maduro.
—¿Pensó en el futuro al escribir este libro?
—Mi futuro es muy corto. Sin vanagloriarme, soy una persona activa y vital a pesar de mi edad y me interesa todo lo que está pasando. Mientras siga funcionando de manera activa, creo que el futuro es importante. Me importa más el futuro de otras generaciones: de mis hijas, nietas, de mis amigos y alumnos. Me parece importante que ese futuro sea uno menos acrítico, más concientizado.
—¿Extraña a Luis Villoro, Carlos Monsiváis a José Emilio Pacheco?
—Es mi generación. Tengo la tristeza de perder lo más cercano que uno tiene: los amigos. Por un lado, he perdido una época porque mi vida la viví con ellos. Por otro, es la constatación definitiva de la propia muerte porque la generación se está muriendo. Mi muerte está anunciada y evidente.
SIN LECTORES Y SIN NOBEL. “Es más barato comprar un arma que un libro en algunos países”, asegura Margo Glantz y lamenta que esa noticia demuestre que los niños ya no están familiarizados con la lectura.
“Evidencia que se ha perdido la capacidad de lectura. Es terrible el hecho de que los niños ya no estén familiarizados con la lectura. Las redes sociales, el teléfono celular y el WhatsApp propician una incapacidad de saber leer”, comenta.
—¿Cómo definiría a la locura?
—Estuve en una mesa redonda sobre el escritor francés Antonin Artaud y él era un tipo estrafalario, visionario y al final de su vida estuvo nueve años recluido en asilos y recibió cerca de 40 electrochoques; era un hombre de una lucidez, inteligencia y memoria impresionantes, estaba fuera de este mundo. Tenía cosas que para nosotros sería locura pero estaban más locos quienes los internaron
“¿Qué es la locura?, es una pregunta que todos se hacen, hay un libro muy importante de los años 60: La historia de la locura de Michel Foucault que habla de la locura en distintas épocas. Hoy seguimos considerando la locura de una manera muy nefasta para los locos. Decimos que los locos son gente que no es uniforme. La falta de uniformidad puede parecer locura”, responde.
—¿Qué opina de la cancelación del Nobel de Literatura?
—Todas las instituciones se vician y con el neoliberalismo la corrupción es universal. Era muy difícil que la gente que forma parte del Comité del Nobel no se contaminara, siempre ha habido influencias subrepticias y no se habían detectado, quizá ahora es más fácil detectarlas y corromperse.
“Me parece bien que se den cuenta, que pongan un alto y que este año lo suspendan porque no hay suficiente crítico para juzgar. Siempre los premios son muy arbitrarios, el hecho de que haya corrupción evidente hace bastante comprensible que sea cancelado el premio”.
► Y por mirarlo todo, nada veía se presentará este miércoles 23 de mayo a las 19:30 horas en El Traspatio, calle Córdoba 150 esquina Colima, colonia Roma, CDMX. Estará presente la autora, Luis Felipe Fabre y Diego Rabasa.
Fuente: La Crónica/Reyna Paz Avendaño