“Ahora son tiempos muy difíciles, pero ya nosotros salimos de las sombras; creo que no es tiempo de regresar (a México), ya salimos de allá. “Luchamos porque nos den la residencia, la ciudadanía. Porque para muchos de nosotros EU es el único país que conocemos”
Los dreamers no quieren volver a México, algunos porque saben que es un país totalmente ajeno a su actual desarrollo de vida, otros porque no quieren enfrentarse a situaciones de inseguridad y falta de oportunidades.
Durante el foro con dreamers y migrantes en retorno, organizado por la organización Agenda Migrante, Enrique, de 22 años de edad y quien llegó a Chicago a los nueve, señaló que él no teme regresar al país donde nació.
“El problema que veo es que tenemos miedo no a regresar a nuestra tierra, sino a los problemas que hay allá. Si aquí en Estados Unidos hay corrupción, allá hay más corrupción e inseguridad.
“Si no se acaba la corrupción, no vamos querer regresar a nuestro país”, sentenció.
Isaac Montiel, quien lleva cuatro días en huelga de hambre con la intención de influir en los congresistas para que hagan algo por el Programa DACA, dijo que la pelea es porque los dreamers tengan una solución permanente.
“Luchamos porque nos den la residencia, la ciudadanía. Porque para muchos de nosotros éste (Estados Unidos) es el único país que conocemos”, expresó el hombre que radica en Nueva York.
Las razones por las que llegaron a Estados Unidos y sus historias de vida son variadas, pero los dreamers, presentes en el auditorio del Museo Tamayo vía streaming, coincidieron en algo: permanecer en Estados Unidos.
Tal es el caso de Lisa Álvarez, quien señaló: “no es que no queramos vivir en México, pero sabemos a través de familiares que allá no nos pueden dar oportunidades ni empleo; el dinero que se gana allá es muy poco y además es inseguro estar allá”.
O el de María Isabel, tlaxcalteca de 19 años, estudiante universitaria, quien llegó a los siete años a la Unión Americana, con la esperanza de conocer a su padre.
“Ahora son tiempos muy difíciles, pero ya nosotros salimos de las sombras; creo que no es tiempo de regresar (a México), ya salimos de allá. Me sería muy dificl regresar a México”, dijo.
Karla Cruz, de 23 años, originaria de Toluca, Estado de México, fue llevada a Estados Unidos el día de su décimo cumpleaños, y ahora estudia sociología en la Universidad de Santa Cruz, en California, y tiene un empleo.
“Deseamos estudiar, trabajar, poder ser ciudadanos, dar a este país, que nosotros conocemos; yo ya llevó aquí trece años y soy de México porque tengo mi cultura, mi lenguaje, mis padres me dicen que debo acordarme de dónde vengo, pero también soy de aquí, porque también aporto a este país y por algo estoy en la Universidad, no somos criminales y tenemos que luchar por DACA”
En el foro participaron funcionarios del Gobierno federal, quienes aseguraron que hay diversos programas para atender a los repatriados.
Sin embargo, Ana Laura López, deportada hace un año y quien cada martes va al Aeropuerto de la Ciudad de México para recibir a los connacionales deportados, asegura que no hay apoyo gubernamental.
“Para las personas que han sido deportadas no hay soluciones para aliviar el problema de vivienda, de empleo, o el problema de identidad, que es muchísimo más importante, que es el que abre las puertas acá”.
Y a manera de ejemplo, relató: “Está el caso de Ramón, que tiene ocho días que llegó deportado, después de 20 años viviendo en Estados Unidos; toda su familia se quedó allá, no tiene a nadie aquí, absolutamente a nadie, y no hubo quien le dijera dónde podría quedarse a vivir, no tiene acta de nacimiento, el señor es de Veracruz, de Martínez de la Torre, y ahí no hay una base de datos para poder sacar su acta de nacimiento”.
Añadió que en la Secretaría del Trabajo se intentó tramitar un seguro de desempleo para Ramón, pero le fue negado porque no tiene acta de nacimiento, y el acta de repatriación no fue admitida.
Al no tener vivienda, Laura le dio asilo, junto con otras dos personas también deportadas que no tienen a quién recurrir en México.
“Cuando yo escucho hablar aquí a los funcionarios, creo que hablamos de diferentes realidades, y si no hay soluciones para los que ya estamos aquí, creo que para los que vengan tampoco las va a haber.
Dijo que hace falta que los funcionarios se acerquen más a la comunidad migrante para entender el problema que enfrentan.
Y los instó: “Ya dejen sus oficinas, sus escritorios, vayan al aeropuerto, vean, platiquen con la gente”.
Alejandra Gutiérrez Velázquez tiene otro problema: no estar con su hijo quien se quedó hace ocho años en Estados Unidos cuando ella fue deportada.
En ese entonces su hijo tenía diez meses de edad y quedó con su padre, quien también es indocumentado.
“Hasta el día de hoy no he recibido ningún tipo de ayuda ni de orientación, nada de nadie, para poder recuperar a mi hijo. Tengo ocho años peleando por mi hijo y no ha habido nadie que me dé una esperanza”, dijo.
Alejandra, quien sólo ha visto a su hijo a través de internet, dice que únicamente le hace falta un papel notariado, que debe ser incluido en el pasaporte, para poder traer a México a su hijo, “pero nadie me canaliza con la persona correcta que me pueda ayudar”.
Fuente: La Crónica/Blanca Estela Botello