Ante el poco margen de maniobra y pocas posibilidades de obtener otro remanente por parte de Banxico, el gobierno se enfocará en lograr sus metas de consolidación fiscal; habrá pocos cambios en los Precriterios de política económica.
A más tardar, el 8 de septiembre el gobierno federal deberá entregar el Paquete Económico del 2018, el cual más que proyectar una nueva estrategia de mayor crecimiento económico, estará enfocado a mantener la estabilidad de las finanzas públicas a través de reducir los niveles de deuda como porcentajes del Producto Interno Bruto (PIB) y ajustar el gasto público, indicaron expertos.
Coincidieron en que, ante el contexto que se avecina en este segundo semestre con las renegociaciones del Tratado de Libre de Comercio de América del Norte (TLCAN) y las elecciones presidenciales del próximo año, habrá pocos cambios a lo que se presentó en los Precriterios Generales de Política Económica, donde se prevé un tipo de cambio promedio de 19.1 pesos el dólar, un crecimiento del PIB entre 2 y 3%, así como un precio del barril de petróleo de 46 dólares.
“Suponiendo una buena renegociación del TLCAN, nosotros esperamos que para el 2018 se tenga un crecimiento promedio de 2.5%, tenemos una mejor perspectiva del tipo de cambio spot en 17.60, es decir, un poco más bajo a lo que esperamos en este año; en la mezcla mexicana no vemos un cambio significativo en los precios porque no hay una demanda que los esté empujando”, expuso James Salazar, subdirector de Análisis Económico de CIBanco.
Refirió que, si bien prevén un mejor panorama para el país en el 2018, la tensión se puede presentar en las finanzas públicas, pues al ser un año electoral el gobierno federal puede verse tentado a gastar de más. “Empiezan a salir nuevos programas que buscan tener un impacto más político que social y ello puede representar un mayor gasto a lo programado”.
José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, comentó que el Paquete Económico del 2018 va a tener la lógica de lograr las metas fiscales del gobierno federal como lograr un superávit primario, reducir el déficit y el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, la medida más amplia de la deuda.
“Será un paquete que, más que proponer medidas audaces para mejorar el crecimiento económico, lo que buscará es mantener la estabilidad financiera, y que algunos elementos de las reformas puedan dar resultados para blindar las finanzas públicas por la volatilidad que se pueda presentar en el segundo semestre (…) la economía mexicana mantendrá un ritmo de crecimiento entre 2 y 2.5 por ciento”.
Alejandro González, director General de GESOC, organismo que realiza el Índice de Desempeño de los Programas Públicos Federales, agregó que se buscará mandar un paquete conservador para enviar las señales a los mercados de que el gobierno va a mantener el balance estructural estable.
“El problema es que en el Paquete se nos dice una cosa, pero al cierre del año vemos otra, como un mayor gasto de lo programado y que el año anterior. Entonces, ahí es donde vemos que nunca se cumple lo que se presenta en el Paquete, por eso se planteó la creación de un Consejo Fiscal, pero se hizo caso omiso”.
Inversión será la más sacrificada
En los Precriterios, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público estima que el próximo año se volverá a tener un recorte al gasto público por 43,800 millones de pesos, monto que representa 0.2% del PIB.
Los analistas coincidieron en que los recortes una vez más se concentrarán en el gasto en inversión, pues el gobierno tiene poco margen para reducir otros gastos en la parte corriente.
“La inversión va a seguir siendo de las variables de mayor ajuste, dado que no se ha hecho un cambio de fondo en la estructura administrativa. En gasto corriente se podrá ver una pequeña reducción, pero la inversión será la más sacrificada, sobre todo en sectores como vivienda y el sector energético”, expuso De la Cruz.
En el primer semestre del año, la inversión física del sector público fue por 284,869 millones de pesos, una disminución de 22.5% en términos reales y respecto de lo registrado en los primeros seis meses del 2016. Se trató de la reducción más alta desde 1995 para un periodo similar.
En tanto, el gasto corriente fue de 1.4 billones de pesos, una reducción de apenas 1.5%, respecto de lo observado en el primer semestre del 2016, de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda.
“Lo que puede ayudar al gobierno es reducir el gasto no programable en la parte del costo financiero de la deuda, ya que si se llegan a nivelar los actuales porcentajes de la deuda con un tipo de cambio más estable, se puede reducir este costo y eso le puede ayudar a que el gasto en inversión no se vea tan reducido”, dijo el analista de CIBanco.
Preocupa que no habrá remanente
Uno de los temas que más preocupa a los expertos en las finanzas públicas es que para el próximo año es muy probable que no se tenga el ingreso no recurrente por parte del Banco de México, pues ello significaría un menor margen de maniobra para el gobierno.
“La evidencia muestra que no han logrado acertar los niveles de consolidación que buscaban en años anteriores. Si uno quita el remanente (de operación del Banco de México), el superávit muestra que el remanente le echa la mano, pero el gasto aun así sigue siendo mayor a lo programado”, dijo James Salazar.
Héctor Villarreal, director del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria recordó que el gasto federalizado, las pensiones y el servicio de deuda seguirán creciendo el próximo año y no se tendrá un remanente “salvavidas” para reducir deuda o lograr superávit.
“No se cómo van a hacer el ajuste fiscal, ya no tienen de donde recortar”, acotó.
Fuente: elizabeth.albarran@eleconomista.mx