Así estaremos en el año 2050 si no hacemos nada al respecto, según el propio secretario general de la ONU, António Guterres. Incluso hay afirmaciones que indican que cada minuto se vierte a los mares el equivalente a un camión de basura tan sólo con ese material.
Ésta es sólo una muestra de la contaminación creciente que se está dando en el océano, gracias a la cual hoy es posible identificar grandes islas de basura cuyas extensiones se pueden comparar con la del estado norteamericano de Texas. Ello sin dejar de mencionar los millones de toneladas de basura que también se encuentran acumuladas en el fondo del mar y en las costas y que 80% de todos esos residuos provienen de tierra, mientras que sólo el 20% restante es producto de la actividad marítima.
Como ya mencioné, los principales contaminantes que afectan al mar son los plásticos por lo complicado que resulta su degradación. Estos residuos no sólo afectan el hábitat de miles de especies marinas, sino que incluso alteran la cadena alimenticia cuando por accidente se albergan en el organismo de los animales.
Otras consecuencias negativas son enredos, asfixia, estrangulación o desnutrición y, por ello, para conservar y preservar los recursos naturales del mar resulta de vital importancia que todos tomemos conciencia, dejemos de contaminar y colaboremos para limpiar lo que tanto hemos dañado.
Para conseguir estos objetivos hemos hecho varias propuestas. Una de ellas tiene que ver con asesorar y capacitar a los trabajadores del sector pesquero en materia de recolección de plásticos y basura de los mares durante la jornada de pesca, para después vincularlos con la industria del reciclaje. De esta manera, los pescadores, que son los que mejor conocen el mar y las consecuencias negativas de contaminarlo, encontrarán un incentivo más para colaborar en su limpieza.
Otra propuesta tiene que ver con prohibir el abandono de redes de pesca en el océano. Estas redes (que también son producidas con base en distintos plásticos), pueden llegar a medir hasta 1.5 km de largo, por lo que después de ser abandonadas se convierten en una trampa mortal para cientos de especies de animales marinos.
Este problema no es menor. Según la FAO, alrededor de 650 mil toneladas de redes de pesca desechadas —accidental o intencionalmente— subsisten en el fondo del mar, por lo que resulta más que necesario sancionar ejemplarmente a quien las abandone sin ninguna causa.
La última de nuestras propuestas se refiere a otro residuo cuyo uso, la mayoría de las veces, resulta innecesario y altamente contaminante para nuestro medio ambiente (incluidos los mares): los popotes de plástico, cuyo proceso de degradación es prácticamente nulo, ocasionando severos daños ecológicos, principalmente a los animales que los ingieren confundiéndolos con alimento.
El 95% de los popotes que se utiliza no es reciclable y tiene una vida útil de tan sólo un día. Se estima que un restaurante desecha aproximadamente 45 mil popotes al año y que una persona podría llegar a consumir alrededor de 38 mil popotes durante su vida, mismos que permanecerán durante años en depósitos, drenajes, mares y océanos.
Pero son estos últimos los que más sufren con la presencia de dichos residuos, pues se estima que 90% de aves marinas, ballenas, delfines y algunas especies de tortugas han ingerido algún tipo de plástico durante su vida, incluyendo los popotes de plástico, provocándoles la muerte en millones de casos. Por eso propusimos que su entrega en establecimientos comerciales y de servicios se prohíba.
Toda esta problemática no puede continuar sin atención, de ahí la necesidad de estudiar estas propuestas para aprobarlas de inmediato. A nivel internacional existen muchos esfuerzos para combatir y reducir la contaminación en los mares y océanos, y México no se puede quedar atrás.
Fuente: Excelsior/Jesús Sesma Suárez