Tendencias globales en la producción industrial de América Latina

El análisis de las tendencias globales y su interrelación con el caso de América Latina se concretan con la fase del neoliberalismo y los sistemas productivos definidos por la des localización como una la consecuencia de la crisis de la deuda, que permitió gestionar el tipo de políticas económicas que operarían en la región a lo largo de la década de los años noventa.

El estudio de la producción industrial en el siglo XXI se vincula intrínsecamente al análisis y procesos que la globalización ha desempeñado a lo largo de la historia en un espacio económico, político y social desde un carácter multidimensional y asimétrico.

Al hablar de cuestiones y tendencias globales, es preciso partir de una base histórica que enlaza el sentido de los procesos económicos, que han construido en función de un modelo específico e imperante en la estructura productiva mundial, el cual se manifiesta de manera generalizada desde mediados del siglo XX hasta el siglo XXI.

A través del análisis de la globalización, en cuanto a sus etapas y periodizaciones, se esclarece una aproximación que la define como una serie de elementos que han consolidado las relaciones del capitalismo como un modo de producción de origen histórico y de alcance mundial.

Para José Antonio Ocampo,ex-Director Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, en diversas publicaciones ha manifestado que la expansión del capitalismo ha sido el único sistema económico que ha tenido alcances verdaderamente globales, aunque incompletos y con resultados diferenciados.

A medida en que se fueron integrando las economías en la segunda mitad del XX, los capitales transnacionales generaron un cambio en la estructura política mundial mientras que las grandes economías nacionales eran desplazadas por centros financieros extraterritoriales que se situaban como pequeños centros estratégicos.

Es decir, paulatinamente se gestó un fenóeno de fragmentación territorial en relación a las nuevas formas productivas que distinguían a las multinacionales.

La globalización enfrenta un momento de enorme trascendencia en la década de los años setenta, en donde se interrelacionan una serie de circunstancias en términos de una crisis global económica.

Crisis de sobreproducción

La esfera industrial de Estados Unidos vería en el desarrollo industrial de Japón y Alemania, la gestación de una nueva problemática dfinida por la falta de nuevos espacios en los mercados globales.

La desaceleración productiva que estaba socavando a la economía norteamericana, tuvo como consecuencia re plantear una búsqueda en activar las tasas de ganancia que se encontraban en una desaceleración paulatina.

Por tanto el propio modelo de industrialización fordista, el cual definió la estructura productiva occidental a lo largo del siglo XX, llegaba a sus límites.

Los espacios de mercado quedaban plenamente ocupados, mientras que la mejora productiva y el incremento en el grado de tecnificación de la fuerza laboral demandaba mejores condiciones salariales, situación que afectaría las condiciones de la tasa de acumulación para los industriales norteamericanos.

El momento de desaceleración de la economía que vivían los principales centros industriales, sustentada tuvo que re plantear la necesidad de crear mercados que les fueran favorables.

La estrategia se dirigió en el eje de los costos productivos, en particular, el aprovechar los costos laborales de países periféricos dependientes de tecnología y de un aparato institucional de Estado estructuralmente vulnerable.

La fragmentación productiva

El toyotismo com nueva forma productiva, se concretó como un resultado sistemático que los países industrializados, coordinado indirecta y directamente con las grandes empresas transnacionales, fueron adoptando hacia una lucha constante por el espacio en los mercados mundiales a través del aprendizaje y adaptación de una nueva lógica de producción: la fragmentación productiva.

Una nueva etapa del ciclo del capital quedaría concretada en la concepción de la globalización con el proyecto de neoliberalismo económico, representado por un sistema de producción definido por la implementación de una alta tecnología, que así mismo demandaría menor trabajo asalariado y una mayor complejidad dentro del proceso productivo, dado que los procesos dejarían de realizarse en un solo país, combinándose en sinergia la flexibilidad laboral, el libre flujo de capitales, la desregulación financiera y las inversiones extranjeras en mercados periféricos.

Gran parte de la teoría económica otodoxa apostaría que la liberalización de los mercados conduciría a un rápido éxito económico y , así mismo se reducirían los graves niveles de desempleo que atenuaban a las economías a finales de los años ochenta producto de una severa crisis de la deuda externa en 15 economías( 8 de ellas pertenecientes a América Latina concentrando tres cuartas partes del total de la deuda).

Pierra Salama, catedrático de la Universidad de Paris XIII, menciona que :

“la especulación sin freno, el endeudamiento masivo , la dificultad para recurrir de nuevo a los mercados financieros internacionales a pesar de la garantía masiva otorgada por el FMI y varios países desarrollados, las caídas del peso mexicano y de la actividad económica, el repunte de la inflación y el descenso del nivel de vida de los más pobres , son el tipo de fenómenos que dan lugar a un cambio radical en las estrategias económicas.”

Referente a lo mencionado, podemos analizar que si bien el momento más álgido se vio con la paralización de los flujos de préstamo financiero dado que varios países latinoamericanos se declararon en bancarrota en término oportuno de pago de los intereses de la deuda externa con las instituciones financieras internacionales y privadas , posteriormente esta situación permitió que las renegociaciones de la deuda , concretadas en el Plan Brady , lograran fomentar ciertas medidas de ajuste estructural promovidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que permitirían estructurar un aparato productivo global y sistematizado en la desregularización y libre movilidad de inversiones en los mercados periféricos ( especialmente en América Latina la década del ajuste de primera y segunda generación conformarían el inicio del neoliberalismo económico).

Dichas medidas que en 1990 se concretaron en el Consenso de Washington legitimarían el nuevo proyecto neoliberal en los mercados periféricos.

La intervención del Estado, la cual es un instrumento dinámico en la construcción de todo proyecto de desarrollo económico, paulatinamente fue perdiendo eficacia e intervención ante los flujos comerciales. Así mismo la política económica de las naciones periféricas eliminaron de su agenda de acción las herramientas económicas de carácter anti cíclico que , paradójicamente serían necesarias ante un panorama de amplia vulnerabilidad en términos de entrada y salida de flujo de capitales a través de las tasas de interés.

Frente a este nuevo panorama Salama describe que : “ la reducción de los gastos del sector público, consecuencia de las políticas de ajuste a principio de los ochenta, acentuó su ineficacia para encarar una situación de crisis provocada en gran parte por el tratamiento de la deuda externa y destacó el carácter parasitario de algunas actividades.

El recorte del gasto se orientó más sobre los servicios estatales que sobre el personal de esas entidades.

La caída de los gastos sociales profundizaron las desigualdades en el ingreso y la pobreza”

Es importante mencionar que los procesos de financairización que vivió América Latina permitió conformar un nuevo sistema de producción basado en la flexibilidad creciente de los salarios y el nivel de empleo, así como una libre movilidad de capitales ajenos a los requerimientos en términos de desarrollo internos de las regiones donde estos operan.

El análisis de las tendencias globales y su interrelación con el caso de América Latina se concretan con la fase del neoliberalismo y los sistemas productivos definidos por la des localización como una la consecuencia de la crisis de la deuda , que permitió gestionar el tipo de políticas económicas que operarían en la región a lo largo de la década de los años noventa.

Por lo tanto, podemos decir que del servicio de la deuda adquiere un problema macroeconómico estructural que manifestaba altas tasas inflacionarias, que obligó a las economías deudoras latinoamericanas a generar un ahorro forzoso frente al servicio de la deuda y hacia una tendencia creciente a la financiarización.

Dada a que las economías quedan sujetas a la dependencia de la entrada de capitales extranjeros

El Economista/SEBASTIAN IRIGOYEN

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